La
identidad
digital puede permitir un proceso de formación continuado a lo
largo de la vida entre profesor y alumno. ¿Cuántas veces nos
hacemos seguidores de un blog? Y ¿por qué no ser seguidores de
aquel profesor que por sus conocimientos nos impactó o porque
sabemos de lo interesante de sus trabajos?... Ante esta situación es
fundamental que el profesor que quiere ser una referencia en el
proceso de formación continuado del alumno sea capaz de mantener y
controlar todos esos canales de enlace entre él y sus alumnos. En
este punto, la identidad digital nos proporciona credibilidad y
confianza ante el exterior y esos alumnos a los que tenemos
“enganchados”, ya que es una identificación eficiente y unívoca
que nosotros podemos dirigir.
Con seguridad, el esfuerzo es importante por la magnitud que
significa internet y la consiguiente evolución de las redes sociales
y las modas a las que nos vemos sujetos (ahora facebook, tuenti,
luego será quién sabe...), pero por otro lado como docentes no nos
obliga a llegar más allá de nuestros conocimientos o funciones y
si podemos canalizar estas actuaciones a aconsejar a los alumnos
hacia otras fuentes cuando pueda ser necesario. A veces podemos ser
meramente orientadores del proceso de aprendizaje. En este punto, es
de destacar la
aportación
que puedan participar otros profesores en el proceso de
aprendizaje de nuestros alumnos que se pueden ver involucrados con su
aportación directa a través de las redes.

Quizás esta relación activa entre profesor-alumno nos asusta desde
el punto de vista que necesita que nos expongamos a nuestra clase
continuamente, lo que se podría traducir en un “miedo escénico”
por que va más allá de la tradicional clase, pero desde cierto
punto de visto también nos puede enriquecer de manera continua esa
interacción, pues conocemos la evolución de las inquietudes de
nuestros alumnos en su proceso de aprendizaje y nos permite superar
más fácilmente la barrera de profesor-alumnos en un aula.
Gracias al libre acceso a los medios que poseemos para llevar acabo
esta tarea podemos plantearnos que la identidad digital es una
realidad y quizás la limitación más pronunciada es la falta de
competencias digitales a las que nos enfrentamos, tanto por una parte
del profesorado por el choque generacional con las nuevas
tecnologías, como por parte de los alumnos por la falta de una
formación reglada en este aspecto, que puede no llegar a producirse
en toda su escolarización obligatoria. Hay que ser consciente que
manejar no significa ser competente digitalmente y la incorporación
de medios sin una formación adecuada no proporciona una ventaja.